11.4.09

12.04.09


Acta


En nombre de quienes lavan ropa ajena
(y expulsan de la blancura la mugre ajena).
En nombre de quienes cuidan hijos ajenos
(y venden su fuerza de trabajo
en forma de amor maternal y humillaciones).
En nombre de quienes habitan en vivienda ajena
(que ya no es vientre amable sino una tumba o cárcel).
En nombre de quienes comen mendrugos ajenos
(y aún los mastican con sentimiento de ladrón).
En nombre de quienes viven en un país ajeno
(las casas y las fábricas y los comercios
y las calles y las ciudades y los pueblos
y los ríos y los lagos y los volcanes y los montes
son siempre de otros
y por eso está allí la policía y la guardia
cuidándolos contra nosotros).
En nombre de quienes lo único que tienen
es hambre explotación enfermedades
sed de justicia y de agua
persecuciones condenas
soledad abandono opresión muerte.
Yo acuso a la propiedad privada
de privarnos de todo.

28.3.09

28.03.09


Cuando está de veras viva, la memoria no contempla la historia, sino que invita a hacerla, más que en los museos, donde la pobre se aburre, la memoria está en el aire que respiramos. Ella, desde el aire, nos respira.

Es contradictoria, como nosotros. Nunca está quieta. Con nosotros, cambia. A medida que van pasando los años, y los años nos van cambiando, va cambiando también nuestro recuerdo de lo vivido, lo visto y lo escuchado. Y a menudo ocurre que ponemos en la memoria lo que en ella queremos encontrar, como suele hacer la policía con los allanamientos. La nostalgia, por ejemplo, que tan gustosa es, y que tan generosamente nos brinda el calorcito de su refugio, es también tramposa: ¿Cuantas veces preferimos el pasado que inventamos al presente que nos desafía y al futuro que nos da miedo?

La memoria viva no nació para ancla. Tiene, más bien, vocación de catapulta. Quiere ser puerto de partida, no de llegada. Ella no reniega de la nostalgia, pero prefiere la esperanza, su peligro, su intemperie. Creyeron los griegos que la memoria es hermana del tiempo y de la mar, y no se equivocaron.

3.2.09

03.02.09


Buenos Aires, 3 de diciembre de 1928. Al camarada E. Armand.

Querido camarada:

El motivo de la presente es, principalmente, consultarlo. Tenemos que actuar, en todos los momentos de la vida, de acuerdo a nuestro modo de ver y de pensar, de manera que los reproches o las críticas de otra gente encuentre a nuestra individualidad protegida por los más sanos conceptos de responsabilidad y libertad en una muralla sólida que haga fracasar a esos ataques. Por eso debemos ser consecuentes con nuestras ideas.

Mi caso, camarada, pertenece al orden amoroso. Soy una joven estudiante que cree en la vida nueva. Creo que, gracias a nuestra libre acción, individual o colectiva, podremos llegar a un futuro de amor, de fraternidad y de igualdad. Deseo para todos lo que deseo para mí: la libertad de actuar, de amar, de pensar. Es decir, deseo la anarquía para toda la humanidad. Creo que para alcanzarla debemos hacer la revolución social. Pero también soy de la opinión que para llegar a esa revolución es necesario liberarse de toda clase de prejuicios, convencionalismos, falsedades morales y códigos absurdos. Y, en espera de que estalle la gran revolución, debemos cumplir esa obra en todas las acciones de nuestra existencia. Para que esa revolución llegue, por otra parte, no hay que contentarse con esperar sino que se hace necesaria nuestra acción cotidiana. Allí donde sea posible, debemos interpretar el punto de vista anarquista y, consecuentemente, humano.

En el amor, por ejemplo, no aguardaremos la revolución. Y nos uniremos libremente, despreciando los prejuicios, las barreras, las innumerables mentiras que se nos oponen como obstáculos. He conocido a un hombre, un camarada de ideas. Según las leyes burguesas, él está ‘casado’. Se ha unido a una mujer como consecuencia de una circunstancia pueril, sin amor. En ese momento no conocía nuestras ideas. Empero, él vivió con esa mujer varios años y nacieron hijos. Al vivir junto a ella, no experimentó la satisfacción que hubiera sentido con un ser amado. La vida se volvió fastidiosa, el único medio que unía a los dos seres eran los niños.

Todavía adolescente, ese hombre toma conocimiento con nuestras ideas y nace en él una conciencia. Se convierte en un valiente militante. Se consagra con ardor y con inteligencia a la propaganda. Todo su amor no dirigido a una persona lo ofrenda a su ideal. En el hogar, mientras tanto, la vida continúa con su monotonía, alterada solamente por la alegría de sus pequeños hijos. Ocurrió que las circunstancias nos hicieron encontrar al principio como compañeros de ideas. Nos hablamos, simpatizamos y aprendimos a conocernos. Así fue naciendo nuestro amor. Creímos, al principio, que sería imposible. Él, que había amado sólo en sueños, y yo, que hacía mi entrada a la vida. Cada uno continuó viviendo entre la duda y el amor. El destino –o más bien el amor– hizo lo demás. Abrimos nuestros corazones, y nuestro amor y nuestra felicidad comenzaron a entonar su canción en medio de la lucha y del ideal, que más impulso les dieron aún. Y nuestros ojos, nuestros labios, nuestros corazones se expresaron en la conjuración mágica de un primer beso. Nosotros idealizamos el amor pero llevándolo a la realidad. El amor libre que no conoce barreras ni obstáculos. Esa fuerza creadora que transporta a dos seres por un camino florido, tapizado de rosas –y algunas veces de espinas– pero donde se encuentra siempre la felicidad.

¿Es que acaso todo el universo no se convierte en un edén cuando dos seres se aman?

También su mujer –a pesar de su relativo conocimiento– simpatiza con nuestras ideas. Últimamente ella dio pruebas de desprecio hacia los sicarios del orden burgués cuando la policía comenzó a perseguir a mi amigo. Fue así como la esposa de mi compañero y yo hemos llegado a ser amigas. Ella no ignora nada de lo que representa para mí el hombre que vivía a su lado. El sentimiento de afecto fraternal que existía entre ellos le permitió a él confiárselo a ella. Por otra parte, él le dio libertad de actuar como ella lo deseara, tal como corresponde a todo anarquista consciente. Hasta este momento, a decir verdad, hemos vivido una verdadera novela. Nuestro amor se intensificó cada vez más. No podemos vivir completamente en común dada la situación política de mi amigo y el hecho de que debo terminar con mis estudios. Nos encontramos muy seguido en diversos lugares. ¿No es acaso ésa la mejor manera de sublimar el amor alejándolo de las preocupaciones de la vida doméstica? Aunque estoy segura que cuando existe el verdadero amor, lo más bello es el vivir juntos.

Esto es lo que quería explicar. Pero he aquí que algunos se han erigido en jueces. Y éstos no se encuentran tanto en la gente común sino más bien entre los compañeros de ideas que se tienen a sí mismos como libres de prejuicios, pero que en el fondo son intolerantes. Uno de ellos sostiene que nuestro amor es una locura; otro señala que la esposa de mi amigo juega el papel de ‘mártir’, pese a que ella no ignora nada de lo que nos concierne, es dueña de su persona y goza de su libertad. Un tercero levanta el ridículo obstáculo económico. Yo soy independiente, como lo es mi amigo. Según todas las probabilidades, me crearé una situación económica personal que me liberará de todas las inquietudes en ese sentido.

Además, la cuestión de los hijos. ¿Qué tienen que ver los hijos con los sentimientos del corazón? ¿Por qué un hombre que tiene hijos no puede amar? Es como si se dijera que un padre de familia no puede trabajar por la idea, hacer propaganda, etc. ¿Qué prueba puede hacer creer que esos pequeños seres serán olvidados porque su padre me ama? Si el padre olvidara a sus hijos merecería mi desprecio y no existiría más el amor entre nosotros.

Aquí, en Buenos Aires, ciertos camaradas tienen del amor libre una idea verdaderamente exigua. Se imaginan que sólo consiste en cohabitar sin estar casados legalmente y, mientras tanto, en sus hogares siguen perdurando todas las ridiculeces y los prejuicios que son propios de los ignorantes. En la sociedad burguesa también existe esa clase de uniones que ignoran al registro civil y al cura. ¿Es acaso eso el amor libre?

Por último, se critica nuestra diferencia de edad simplemente porque yo tengo 16 años y mi amigo 26. Unos me acusan de perseguir una operación comercial; otros me califican de inconsciente. ¡Ah, esos pontífices del anarquismo! ¡Hacer intervenir en el amor el problema de la edad! ¡Como si no fuera suficiente que el cerebro razone para que una persona sea responsable de sus actos! Por otra parte, es un problema mío y si la diferencia de edad no me importa nada a mí, ¿por qué tiene que importarle a los demás? Lo que quiero y amo es la juventud del espíritu, que es eterna.

Hay también aquellos que nos tratan de degenerados, de enfermos y de otros calificativos de la misma especie. A todos ellos les contesto: ¿por qué? ¿Porque nosotros vivimos la vida en su verdadero sentido, porque rendimos un culto libre al amor? ¿Porque igual a los pájaros que alegran los paseos y los jardines nos amamos sin importarnos los códigos o las falsas morales? ¿Porque somos fieles a nuestros ideales? Yo desprecio a todos los que no pueden comprender lo que es saber amar.

El amor verdadero es puro. Es un sol cuyos rayos enceguecen a aquellos que no pueden escalar las alturas. A la vida hay que vivirla libremente. Rindamos a la belleza, a los placeres del espíritu, al amor, el culto que ellos se merecen.

Esto es todo, camarada. Quisiera su opinión sobre mi caso. Sé bien lo que hago y no tengo necesidad de ser aprobada o aplazada. Sólo que al haber leído muchos de sus artículos y al estar de acuerdo con varios puntos de vista, me pondría contenta de conocer su opinión.”

31.1.09

31.01.09


Sos mucho mejor que los demás.

Todo el día pensando, pensando.

Vos soñas con un barrio mejor y te quedaste mirando la nada.

Amigo piedra, necesito que me ayudes con mi auto otra vez, para viajar a ese lugar nuevo



El Mató A Un Policia Motorizado

19.12.08

19.12.08


El corazón del Universo late aquí donde, por suerte, todo está perdido. Aquí la guerra ha terminado y el guerrero vencido puede descansar. Aquí la sabiduría no existe y el sabio puede ignorar. Aquí el amor es una carta que las miradas jamás se escriben. Aquí podes abandonar tu libreto porque el teatro está vacío. Aquí podes hacer dormir tus planes porque el vacío ilumina lo único que hay: nada.

Hace veinte mil millones de años que esto es así. El Sistema Solar es un campo de concentración nazi donde los planetas circulan atrapados por los grilletes de sus órbitas. Y el primer pez fue un asesino en cuanto tuvo hambre.

Estás aquí, donde todo te resulta gratis porque el sol se quema a sí mismo como un bonzo que se suicida por tristeza. Donde las sonrisas siempre terminan en puñaladas. Donde la noche miedosa deja corretear el misterio hasta que la maldición del día lo ilumina con sus preguntas.

Aquí, donde los locos han esposado esposas al esposo, donde han madreado hijos para padrearlos, donde envejecen niños para que adulteen; en este colegio de atrasados mentales, donde el ángel aprende a leer y escribir las leyes que prohíben volar.

Aquí, amigo, donde compartimos lo que nos robamos, donde mentimos lo que ignoramos. Hacia aquí venimos. Donde no esperamos a nadie ni nadie nos vendrá a buscar.

Aquí, donde vos sos el único brillo que nadie podrá percibir...

17.12.08

17.12.08


Pantalla Del Mundo Nuevo
La ciudad del mundo nuevo duerme su sueño de paz, ve la vida en un video y se le va la vida, creo. Megáfonos recomiendan, use máscara de gas, hay oxígeno vencido en esta farsa de la paz. Humanoides disidentes viven la alerta total, y heroicos sobrevivientes darán el golpe final!. Mareado de novedades tambalea el mundo nuevo, y hay un hambre de verdades que se fueron de paseo. Hay hordas de chicos malos, con sus camperas de cuero, y metales brillan al sol, provocan el mundo nuevo. Mundo nuevo, mundo nuevo, mundo nuevo, mundo nuevo. La pantalla me lo cuenta con mi desayuno, y es probable que no quede ninguno. El desierto los protege y les presta libertad, les da locura su viento en su furioso andar. La ciudad ultramoderna se despierta una vez más, no sabe que está sitiada y ya no sobrevivirán. La pantalla me lo cuenta con mi desayuno, y es probable que no quede ninguno. La rodean nuevos seres de dureza incomprensible, y negocian en una mesa sus aventuras horribles. Hay brillo en ojos malignos aguardando la señal, e inventaron nuevos siglos para las huestes del mal. Hay rehenes voluntarios en el asiento de atrás, y hay profetas visionarios para los que seremos más!. La pantalla me lo cuenta con mi desayuno, y es probable que no quede ninguno. Te deseo mucha suerte ser humano del pasado, el cambio será fatal y tu mundo nuevo... usado!.
Ja, ja, ja, ja, ja!


Pantalla del Mundo Nuevo - Riff

29.11.08

29.11.08


"... la primera conversación telefónica, la que hizo Pelletier, empezó de manera díficil, aunque Espinoza esperaba esa llamada, como si a ambos les costara decirse lo que tarde o temprano iban a tener que decirse. Los veinte minutos iniciales tuvieron un tono trágico en donde la palabra destino se empleó diez veces y la palabra amistad en veinticuatro. El nombre de Liz Norton se pronunció cincuenta veces, nueve de ellas en vano. La palabra París se dijo en siete ocasiones. Madrid, en ocho. La palabra amor se pronunció dos veces, una cada uno. La palabra horror se pronunció en seis ocasiones y la palabra felicidad en una (la empleó Espinoza). La palabra resolución se dijo en doce ocasiones. La palabra solipismo en siete. La palabra eufemismo en diez. La palabra categoría, en singular y en plural, en nueve. La palabra estructuralismo en una (Pelletier). El término literatura norteamericana en tres. La palabra cena y cenamos y desayuno y sándwich en diecinueve. La palabra ojos y manos y cabellera en catorce. Después la conversación se hizo más fluida. Pelletier le contó un chiste en alemán a Espinoza y éste se rió. Espinoza le contó un chiste en alemán a Pelletier y éste también se rió. De hecho, ambos se reían envueltos en las ondas o lo que fuera que unía sus voces y sus oídos a través de los campos oscuros y del viento y de las nieves pirenaicas y ríos y carreteras solitarias y los respectivos e interminables suburbios que rodeaban París y Madrid..."
"-El exilio debe de ser algo terrible -dijo Norton, comprensiva.
-En realidad -dijo Amalfitano- ahora lo veo como un movimiento natural, algo que, a su manera, contribuye a abolir el destino o lo que comúnmente se considera el destino.
-Pero el exilio -dijo Pelletier- está lleno de inconvenientes, de saltos y rupturas que más o menos se repiten y que dificultan cualquier cosa importante que uno se proponga hacer.
-Ahí precisamente radica -dijo Amalfitano- la abolición del destino. Y perdonen otra vez."

Roberto Bolaño, 2666